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domingo, 7 de marzo de 2010

¿En qué se parecen los presos británicos a los peluqueros españoles?


Aunque a simple vista parecen no tener nada en común, los derechos de autor les vinculan. ¿Y por qué, os preguntaréis? Porque ni unos ni otros pueden escuchar música en sus quehaceres diarios. ¿Se puede vivir sin música?


Mientras que a partir del día 25 de enero no se pueden sintonizar emisoras ni poner CDs en talleres, cocinas ni áreas de descanso en los establecimientos penitenciarios británicos, aquí en España perdura el revuelo provocado por la pretensión de la SGAE de cobrar de 6 a 12 euros al mes a un peluquero de L'Hospitalet por tener un hilo musical en su peluquería.


Parece de locos que a los prisioneros no se les permita disfrutar de uno de los pocos placeres "libres" para todo el mundo, y a las señoras con cabezas repletas de rulos de las peluquerías de toda la vida se les impida escuchar a su queridísimo Segio Dalma y su "bailar pegados".


Rosa Caro Bosch


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